domingo, 26 de junio de 2011

EL

Él dijo desde un principio: Sea la luz, y la luz fue.
Él puso al hombre sobre la tierra, vestida y poblada con todos los
animales; y le dio la mujer por compañera.
Él ha creado el sol para presidir al día, y la luna para embellecer la
callada noche con su modesta claridad
Él encierra perpetuamente los planetas en sus órbitas elípticas.
Él enseñó a Klepero la legislación de los astros.
Él puso en la cabeza de Newton el punto de apoyo que Arquímedes
buscaba para pesar la tierra.
Él armó la mano de Franklin con la cometa que robó la electricidad
a las nubes.
Él abrió a Colón un nuevo mundo.
Él dio a Lavoisier la mecha con que encendió el hidrógeno y el oxígeno, con ruidosa detonación, para producir el agua.
Él que dictó a Linneo el nombre de las plantas y de los animales.
Él derrama sobre nuestras frentes la benigna influencia de las estrellas.
Él refrena el mar espantoso, y dice a sus olas: no pasaréis de aquí.
Él desgarra las nubes, y sacude los cimientos de las altas montañas.
Él organizó la avestruz y el camello para los áridos desiertos de África
y Arabia.
Él enseñó al castor la arquitectura, y a la abeja la geometría.
Él ha señalado a la garza por el aire un rumbo certero, desde los
valles Escandinavos hasta las vertientes del Níger, desde el lago del
Niágara hasta la cuenca del Oriente.
Él tiñe el cielo de azul, y cubre la tierra de verde alfombra.
Él distribuye la lluvia a los sembrados, cernida por las nubes en
menudos aljófares.
Él moja las alas de la brisa sobre la superficie del mar, para refrescar las tierras abrasadas por el sol.
Aquel cuyo nombre verdadero no podemos deletrear; que en la zarza ardiente, interrogado por Moisés, dijo: soy quien soy; que sobre el
monte Sinaí se denominó Jehová, y que en nuestra lengua mortal, con
filial ternura, apellidamos DIOS

 (TRATADO)