martes, 9 de agosto de 2011

MOROSIDAD.

Uno de los más graves defectos humanos de todas las épocas es la
morosidad, la indisposición de aceptar las responsabilidades personales
ahora mismo. El hombre llega conscientemente a la tierra para obtener
su educación, su preparación y desarrollo, así como para perfeccionarse a
sí mismo; pero muchos se han dejado distraer y se han convertido ...en
meros "leñadores y aguadores", habituados a la indolencia mental y
espiritual y a la búsqueda de placeres mundanos.
Aun en la Iglesia hay muchos miembros que son dejados y
descuidados, y que continuamente están postergando. Obedecen el
evangelio despreocupadamente, pero no con devoción. Han cumplido
con algunos requisitos, mas no son valientes. No cometen crímenes
mayores, pero simplemente dejan de hacer las cosas que les son
requeridas, tales como pagar diezmos, guardar la Palabra de Sabiduría,
tener oraciones familiares, asistir a las reuniones, ayunar, prestar servicio.
Tal vez no consideren que estas omisiones sean pecados, sin embargo,
de este género de cosas probablemente fueron culpables las cinco
vírgenes fatuas de la parábola de Jesús. Las diez vírgenes pertenecían al
reino y tenían todo derecho a las bendiciones, salvo que cinco de ellas no
eran valientes, y no estaban prevenidas cuando llegó el gran día. Carecían
de preparación por no haber obedecido todos los mandamientos;
quedaron amargamente decepcionadas cuando se les excluyó de la fiesta
de bodas, así como sucederá a sus imitadores modernos.
Un miembro de la Iglesia que yo conozco dijo, mientras bebía su
café: "El Señor sabe que mi corazón es recto y que tengo buenas
intenciones, y que algún día tendré la fuerza para dejar de beberlo." Pero,
¿recibirá una persona la vida eterna basada en sus buenas intenciones?
¿Puede uno entrar en un país, recibir un grado universitario, etc., con la
promesa de buenas intenciones sin el apoyo de los hechos
correspondientes? Samuel Johnson declaró que "el infierno está asfaltado de buenas intenciones.

CHISME!!

El presidente N. Eldon Tanner nos ha amonestado instándonos a ser más semejantes a Cristo, exponiendo las cosas de la siguiente manera:

"Parece que todos tenemos una fuerte tendencia a hablar de nuestros semejantes . . .

Por una u otra razón parece ser más fácil hablar de las faltas de una persona que de sus virtudes.

 Repetimos comentarios denigrantes que escuchamos con respecto a otra persona, sean éstos rumores o hechos reales, los cuales, como las malezas, parecen ir aumentando a medida que van de boca en boca.

Por lo tanto, es de suma importancia que prestemos atención a las palabras del Señor sobre este tema.
Si queremos ser buenos con nuestros semejantes, debemos averiguar la verdad y todos los hechos y refrenarnos de hacer cualquier comentario . . .

La siguiente historia nos invita a la reflexión.

Un hombre jubilado que trabajaba en su jardín todos los días temprano por la mañana, observó que un lechero había comenzado a entrar regularmente todas las mañanas a la casa de su vecina de enfrente; llegaba poco después que el marido se iba a trabajar quedándose en la casa alrededor de una media hora.

 La joven y atractiva ama de casa era maestra de la Primaria y asistía casi siempre a las reuniones sacramentales.

Cuando esto se prolongó durante varias semanas, el hombre comenzó a comentarlo con los vecinos expresando su preocupación por los niños que ella enseñaba y el efecto de su ejemplo; cuando llegó a considerar que era su deber informar al obispo en cuanto a esta situación, el chisme ya se había extendido por todo el barrio.

El asunto inquietó al obispo que llamó al gerente de la

compañía para la cual trabajaba el lechero con el fin de

averiguar su nombre así como en cuanto a su reputación. El

gerente se dirigió entonces al lechero diciéndole con tacto:

'He notado que tiene usted una nueva cliente en la Avenida Lincoln. ¿Cómo obtuvo la referencia?'

 A lo cual él contestó:
'¿Cliente? Pero si es mi hija; ella me
prepara el desayuno todas las mañanas, y mi esposa y yo le cuidamos los niños los viernes por la noche.

¿No le parece un buen arreglo?'

VALE LA PENA

Hubo una vez un limosnero que estaba tendido a un lado de la calle.

Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. "Le voy a pedir
algo, de seguro me dará bastante" pensó el limosnero y cuando el rey
pasó cerca le dijo: "Su majestad, ¿me podría por favor regalar una
moneda?" aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.

El rey le miró y le dijo:" ¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy
yo tu rey?".

 El mendigo no sabía que responder a la pregunta y
dijo: "Pero su majestad… ¡yo no tengo nada!". El rey
respondió: "Algo debes de tener… ¡busca!".

Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que
tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz.
 Pensó que
el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su
enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al rey.

Complacido el rey dijo: "¡Ves como sí tenías!". Y le dio 5 monedas
de oro, una por cada grano de arroz.

 El mendigo dijo entonces: "Su
majestad… creo que acá tengo otras cosas", pero el rey no hizo
caso y dijo: "Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo
dar".

Es fácil en esta historia reconocer como el rey representa a Dios, y
el mendigo a nosotros.

 Notemos que el mendigo aún en su pobreza es
egoísta y no se desprende de lo que tiene aún cuando su rey se lo
pide. A veces, Dios nos pide que le demos algo para así demostrarle que Él
es lo más importante que hay en nuestra vida, muchas veces nos pide
ser humildes, otras ser sinceros, honestos, dedicados a ayudar a los
demás, o no ser mentirosos. Pero nos negamos a darle a Dios lo que
nos pide, pues creemos que no recibiremos nada a cambio sin pensar
en que Dios devuelve el 1.000%.
No sé que te pida Dios en este momento… ¿confianza?, ¿sencillez?,
¿humildad?, ¿abandono en Su voluntad?… no lo sé, solamente sé que
por lo que le des Él te devolverá mucho más… y recuerda no darle
solamente unos pocos granos,dale todo lo que tengas pues,
sinceramente, ¡VALE LA PENA