martes, 20 de septiembre de 2011

ALGUIEN ESCRIBIO---






Tranquilidad y sus sinónimos; dulzura, suavidad,
bondad, docilidad, apacibilidad.

Para alcanzar la perfección piensa en qué consiste
la mansedumbre.

Serás manso de corazón si no te dejas arrastrar
por la ira que se levanta en tu interior cuando
ocurren hechos adversos o al recibir una injuria.

Dosificarás la palabra si a todos hablas con claridad,
y evitas las contiendas y querellas o las palabras
ásperas u ofensivas.

Serás manso de obra si en lugar de vengarte del
que te haya injuriado o de devolver mal por mal,
haces favores, excusas al que te ofende, y ruegas
a Dios para que le perdone.

"Tienes que ir por el mundo haciendo que las
"distancias largas" sean cercanas y convertirás
muchos problemas en ventajas".

Ignora el daño, el dolor, la molestia, pues no te
dejarán conocer la condición de la mansedumbre
y la paz de espíritu.

Por eso, cuando sientas la mansedumbre en tu alma
será como la brisa que vague por el bosque; será
vehemente como el fuego, y quieta como las
cumbres.

Unifica tus ojos y oídos para mirar y escuchar al
unísono en paz y calma, para que no caigan en
la confusión y el desorden, pues, cuando pongas
primero la mansedumbre en tu espíritu, podrás
ver y escuchar la verdad.

Mantente firme en tu propio corazón; sólo entonces
puedes lograr la mansedumbre.

El ser manso no significa no luchar.
"Cualquier persona en el mundo se dispone a
combatir en un minuto si se siente animado, pero
cuando se trata realmente de luchar, es poseído
por la energía"

Verás que llevando siempre la mansedumbre, tu
espíritu tendrá mucho más energía para luchar
cuando se presente la ocasión.

Utiliza el orden para enfrentarte al desorden, utiliza
la calma para enfrentarte con los que se agitan,
y así habrás dominado tu corazón y las fuerzas oscuras.

Si tu corazón está totalmente abierto y tu mente en
orden, serás capaz de adaptarte a responder sin
límites, a manejar los acontecimientos de manera
infalible, a enfrentarte a dificultades graves e
inesperadas sin turbarte, dirigiendo cada cosa sin
confusión.

Evita la confrontación inútil. No intentes ir contra la
corriente o cuesta arriba ni tampoco cuesta abajo
con mucha carga, como pensar que hay enemigos
donde no los hay

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