Tu manera de hablar dice mucho en cuanto a tu persona. El lenguaje limpio e inteligente es evidencia de una mente brillante y sana. Haz uso de un lenguaje que edifique, que aliente y alabe a los demás; no insultes ni degrades a otras personas, ni siquiera en broma. Habla de manera bondadosa y positiva acerca de los demás a fin de cumplir el mandamiento del Señor de amarnos unos a otros. Si haces uso de un buen lenguaje, invitas la compañía del Espíritu.
Para la Fortaleza de la Juventud: Cumplir nuestro deber a Dios, (2001)
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